De mi lista: «materiales que no he probado todavía y ya me vale…«, he tachado, por fin, uno que no parece muy de adulto que digamos, pero que resulta algo adictivo. Os hablo del plástico mágico y de sus habilidades para encandilar a niños y mayores.
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Qué es el plástico mágico
Sabía que una vez que lo probara, me quedaría con ganas de más. Y no me he equivocado.
Para los que no lo conozcáis, es un material muy fácil de usar y de personalizar. El plástico mágico es una lámina transparente sobre la que podemos dibujar. Después de recortarlo y gracias a su paso por las altas temperaturas de un horno de cocina, esos dibujos se transforman, como por arte de magia, en unas piezas plásticas duras con una calidad muy, pero que muy, aceptable.
En el horno, la lámina encoge y a su vez aumenta enormemente su grosor en cuestión de unos minutos.
Usos del plástico mágico
Los usos del plástico mágico son muy variados y por eso es tan conocido en el mundo de las manualidades para niños. Los peques se lo pasan genial pintando y viendo, con los ojos como platos, cómo se transforma en el horno.
Podéis optar por imprimir sobre él o dibujar con rotuladores permanentes.
Las utilidades que tiene son infinitas pues las piezas que se consiguen pueden servir para hacer llaveros, colgantes, pendientes, pines, botones, imanes…
Si esto lo hubiera conocido yo en mis años de primaria, ¡iban a temblar mis pulseras de chupetes!
Podéis usarlo para hacer marcadores de vasos para fiestas infantiles.
A tener en cuenta al usar plástico mágico
Aunque hay distintos tipos, las láminas suelen tener una cara rugosa que será sobre la que pintaremos o imprimiremos.
El «lado bueno» de nuestras piezas finalmente será el contrario que queda liso y brillante. Por eso, si decidís escribir alguna palabra, tendréis que hacerlo en modo espejo. Así cuando le demos la vuelta se verá del derecho.
Cómo usar plástico mágico
Imprimir o dibujar a mano
Como nuestro dibujo disminuirá de tamaño en el horno, dibujaremos a un tamaño mucho mayor que el que necesitamos en nuestra pieza final. Para que os hagáis una idea, estos cactus de la imagen anterior, pasaron de medir unos 7 cm en la lámina a no llegar ni a 4 cm después de hornearse.
Recortar
Después recortaremos los dibujos dejando un pequeño margen alrededor. La forma en que los recortamos se mantiene aunque disminuya su tamaño. ¡Una maravilla!
Precalentar el horno
Precalentamos el horno sin la bandeja. Según la marca del plástico mágico que tengáis en casa la temperatura puede variar. En mi caso, he usado la marca Apli y con 140 grados es suficiente.
Colocar las piezas
Mientras llegamos a la temperatura adecuada, pondremos papel de aluminio o de horno sobre la bandeja. Nos aseguraremos de que consigamos una base totalmente recta.
Colocaremos nuestros recortes sobre la bandeja cubierta y nos aseguraremos que la cara rugosa, sobre la que hemos pintado, queda colocada hacia arriba.
Dejaremos espacio entre ellos para evitar que se peguen unos a otros. Durante el tiempo que pasan en el horno se encogen y pueden girarse.
Hornear
Las piezas estarán listas en poco tiempo, de 3 a 5 minutos y observaremos cómo cambian de tamaño.
Finalmente, las dejamos enfriar fuera del horno y ya tendremos listas nuestras piezas.